
Y fuiste viento sobre mi cadera,
musicando la vida
fuiste brisa,
remolino,
sinfonía,
compactando
nuestras adicionales dimensiones.

Y fuiste viento sobre mi cadera,
musicando la vida
fuiste brisa,
remolino,
sinfonía,
compactando
nuestras adicionales dimensiones.

Tu mirada es blanca como la nieve
Tenue como la brisa de verano
Suave como un sol en primavera
Tan ligera, como de mariposa.
Y es este paraíso de tus ojos
donde hallo el oasis de los míos
esa bendita sensación de vernos
sin precisar palabras ni otra cosa.
Aunque fuera espejismo tu cintura
me quedaría sin ninguna duda
perdida entre tu cuerpo para hallarme.
No encuentro más sentido que mirarte.

Para recorrer tu cintura y alcanzar los frutos,
no preciso comprender los precipicios
de las bifurcaciones de tus ramas.
Solo necesito saber que tus raíces
no dejan de ser las mismas que las mías
Por eso, tu abrazo es más infinito
que cualquier cosa que percibo
y lo que pueda acontecer no importa
cuando tus besos son uno con mis labios.

Y si fueras navegante entre sus ojos,
marino entre su piel,
el oleaje,
aquel cuyas palabras escondidas,
revelan el viento que acaricia
sus cabellos al anochecer.
No estamos tan lejos.
Solo hace falta
que la brisa disipe las nubes
para encontrar nuestra isla.

En blanco,
sobre el papel,
el lienzo roto de mi mirada.
Lejos,
muy lejos de mí,
sigue la vida.
La coma asesina,
me despista, del verbo,
me desviste,
me ausenta,
sin masticar mis adjetivos.
Pero he encontrado un truco,
para enlazar las letras
sobre la ventana de tus besos.
Como un renacimiento,
impetuoso,
de mis identidades.
Por eso,
bésame,
hasta que se borren
todas mis ausencias.
No siempre se comienzan las mañanas,
cuando se acaban las noches.
Hay días en Aurora permanente,
extendidos
sobre la poesía de tu rostro.
Camino
sobre la puntera deslizante,
de unas bailarinas,
un concierto de alegorías,
en la geometría de la vida.
Camino,
sin raíces,
deslizándome,
en el aroma indisciplinado de tus labios,
siendo el viento,
nómada sobre tu piel
y paisaje en tu recuerdo.
Si una nube extraterrestre
invadiera esta atmósfera
se quedaría perdida, entre tus ojos
para hacerse aurora, en todas tus mañanas.
Tendría que haber mil lunas,
custodiando,
la rotación terrestre de tu rostro
la traslación de los sentidos
y ese océano inexpugnable de tu mente,
cuando me preguntas
si te amo.
Claro que te amo,
con todas las letras,
y en cada una
de todas mis posibles vidas.
El amor es frágil,
como el cristal de bohemia
rozando los labios,
en ese instante,
que el imponente tinto de la uva
se une a la madera de unos versos.
El amor es tan frágil,
y a la vez tan fuerte,
como el cuarzo blanco
que preside,
mi cuello,
llamando a tus besos.
Es fácil quererte.