Podríamos afirmar que cada libro es un reto, una puerta abierta a un mundo diferente.Pero hoy curiosamente en lugar de realizar alabanzas a la magia de la lectura como sería propio, me sumerjo en las augas de la inquietud, para recuperar un poema escrito hace un año sobre la «belleza» de la superación del fracaso. Porque todo resurge, tú también lo harás. He aquí de nuevo, tú.
Ruptura, desesperación, salto, vacío, noche
Digerir el sinsabor sin tener edulcorante
Destronarme y destronarte.
Ya no hay espacio en este papel
ni tinta para rellenar otro capítulo.
Es curioso,
en estos momentos de desolación
también hay quietud,
la observación serena del movimiento impropio,
queda reflejada en la fotografía de mi historia.
Y no es resignación ni abandono,
es confianza
en que la fuerza de la vida irá retomando mis pasos por segundos
en mis propias manos dibujando
una nueva cabecera a este tiempo
transformándolo en arco iris de sonidos
Dicen que el recuerdo es selectivo
aún así conservo
el retrato de una herida sobre mi cuerpo
para decirme y para decirte
que no hay ruptura, ni desesperación, ni salto, ni vacío ni noche
que no pueda recomponer el universo,
en trompo, rotación y precesión constante
luna de mis soles trasmutada
Y he aquí, de nuevo, tú,
sobre los polos,
majestuosamente humano y poderoso