Las palabras mecen,
desasidas,
la savia de tus besos,
Las palabras,
ajenas,
a cualquier liturgia,
en la revolución de sus instintos,
se saben colores,
reclamando,
la cromatología de tu esencia.
Pues no hay abecedario,
ni pauta
que encorsete
la definición de tu mirada.