El amor transita aguas profundas y abismales, y, a veces, se desangra para renacerse. Y cuando es capaz de habitar en sus contradicciones es posible, quizá, que hablemos de amor.
El amor transita aguas profundas y abismales, y, a veces, se desangra para renacerse. Y cuando es capaz de habitar en sus contradicciones es posible, quizá, que hablemos de amor.