No me digas que no hay tiempo,
que no tienes un momento para mí
que te ahoga este silencio
clave y sol de cien tormentos sin sentir
marejada a rienda suelta,
encalada la tormenta,
encallada tu respuesta sobre tí
y dime si estoy presente
por qué soy inexistente
me sonries como ausente
ignorada en el desierto
piedra perdida en intentos
buscando sobrevivir