Vivimos en una sociedad que teme a la cuestión, tiene miedo que se pongan en duda sus premisas y por ello califica negativamente lo que resulta contestatario o rebelde. Esta misma sociedad, paradójicamente, parece no importarle que se justifique la imposición por la fuerza de lo que ha asumido como premisa. Todos comprendemos que la sociedad ha de regirse por unas normas y tener unos límites básicos. No me refiero a esto, me refiero a las presiones, las imposiciones sociales, de grupo, el odio a lo diferente. Recordemos que bajo la afirmación de hacer un bien se han cometido grandes males.
Cuestióname
No sigas mis pasos
Sin hacerlo
Cuestióname, discrepa
Transmíteme argumentos
Interrógame, pregunta
Se vehemente en la defensa de lo que piensas
Exprésate, no te limites
No te creas las conclusiones que ofrezco
Y cuando alcances el convencimiento
Entonces simplemente acompáñame
Pero nunca trates de imponerme ni imponerte
Pues es el miedo el que se impone
Pero la autoridad se gana.