Olvídate de mí,
de mis zapatos
abarrotando el armario,
de los frascos de perfume vacíos,
las pinturas en el cuarto de baño,
de los pinceles,
de las pinzas de depilar
(que no uso),
de los libros invadiendo todas partes,
de las camisetas con frases,
del café a media tarde,
olvídate…
Olvídate también de mi risa,
de mis ganas de abrazarte,
de mi mirada ausente
cuando no puedo escucharte.
Olvídate de todo,
olvídate de mí
porque yo no puedo olvidarte.
La belleza de lo que se va. La forma en que intentamos asirlo para que se quede con nosotros hasta advertir que es lo mismo que tratar de retener esa nube de bordes resplandecientes que tanto nos gusta.
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Precioso y poético comentario. Un abrazo!!
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