Los árboles te escuchan

Mis pies reposan sobre la hierba húmeda
que ha dejado la lluvia en primavera
y ese verde iluminado vespertino
despierta las sonrisas de mis dedos
todavía inconscientes y dormidos.
La tierra se revela y se hace nombre
formando una palabra imaginada,
cómplice con el sol que va menguando
a la par que sus rayos atraviesan
el tronco de los árboles.
Hay un fuego invisible
que penetra
en mis ojos como velas encendidas.
Ella está ahí
para arroparme
en esta mi nocturna imaginaria.
Ella posee más de mil vestidos
y mil pronunciaciones.
Ella es una.
Si alguna vez alcanzáramos
ese entendimiento
no dejaríamos de besarnos
y los abrazos
serian el único lenguaje conocido.