Quizá, a veces, el villano es héroe
y el héroe es el villano,
quizá la paradoja es descubrirlo
entre tanto vestido engalanado
para el asombro de los justos.
Él vive entre nosotros.
Y es mutante.
Se amamantó de números y letras
de un oculto alfabeto
e hizo de su código, mensaje,
la felicidad no es lo perfecto
y no todo lo bello es lo correcto.
La cutícula de su piel nos sobrecoge
y su desnuda transparencia desafía
las miradas más salvajes.
Muchos ignoran su presencia,
otros le huyen,
le ven pasto
de las más temibles pesadillas.
Hay quien ha puesto precio a su cabeza,
en la inquisición de las ideas.
Él se protege
de los perfectibles.
Porta esa lámpara de oscuridad
que desconcierta
a las iluminadas mentes,
esas mentes
transhumanas,
anhelantes
de sentirse eternas
en una memoria de gigabytes.
Él es la resistencia,
el oscuro límite
que indica
que nada es confinable.