Cada mono en una silla

         «Un cajón para cada pensamiento»  decía Shopenhauer, o un «mono en cada silla», como decía mi bisabuelo Mariño que, aunque no le conocí, lo tuve muy presente en los mandamientos de mi abuela. «Un mono para cada silla, neniña, no pueden estar dos en la  misma silla». Y que razón tenían. No pueden agolparse los pensamientos, debemos abarcarlos de forma fragmentaria, para poder ocuparse, disfrutar o incluso, sufrir, cada cosa en su momento. Tener cajones que abrimos y cerramos para nuestros pensamientos. Anticipar lleva a la angustia, procastinar al bloqueo.

            Regla inteligente, sin duda, pero no tanto como la que aconseja «no emborrachar a los monos». Pensar, no significa responder al golpe, de forma impulsiva, sino evaluar y valorar las consecuencias que implica nuestro planteamiento(sobre todo las que pueden ser adversas).Pero una vez evaluado, ejecútalo. Internarse en un bucle, de si sí, de si no, de tal vez, puede resultar fatídico, emborrachas al mono y como decía mi bisabuelo, entonces no se puede sentar en una silla y se cae de bruces.

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Residentes no visibles

   Cando chega esta època todo lémbrame a Compostela. Ese paso polas rúas cara á Catedral, quentándome as mans co papel do cucurucho das castañas. Cada castiñeiro unha ruta, cada castaña un desexo, un tempo, un son. Cada castaña un paseo.

    Chega Samain, bendito nome, inigualable para traer aquí o que non paso, o que non sucederá, pero que sempre estará na memoria. Convídovos a pasear esa noite no paseo interior máis abrupto, cara a dentro, cara dentro. E alí comezar a escudriñar no universo dos días non pasados, non futuros, non presentes. Eses días que me traen o aroma intenso a muérdago e lémbranme que estamos aquí por algún motivo.

     A prosa apíñaseme entre as letras, mentres se dilúe na cervexa, o mel dos designios. A quén pasearás o 31?  A quén?. Sempre a mesma pregunta. E sempre a mesma resposta. A todos, pero principalmente a min.

     Soa raro, pero hai unha parte de nós que está morta porque está escondida no prezo que pagamos polos días que non sucederon. Paseemos pois a noite de Samain, sen que os fachos do seu lume céguennos e impidan apreciar que na máis absoluta escuridade reside a luz.

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     Cuando llega esta època todo me recuerda a Compostela. Ese paso por las rúas, por las calles, hacia la Catedral calentándose las manos con el papel del cucurucho de castañas. Cada castaño una ruta, cada castaña un deseo, un tiempo. un sonido. Cada castaña un paseo.

  Llega Samain, bendito nombre, inigualable para traer aquí lo que no paso, lo que no sucederá, pero lo que siempre estará en la memoria. Os invito a pasear esa noche, en el paseo interior más abrupto, hacia dentro y allí comenzar a escudriñar en el universo de los días no pasados, no futuros, no presentes. Esos días que me traen el aroma intenso a muérdago y me recuerdan que estamos aquí por algún motivo.

     La prosa se me agolpa entre las letras, mientras se diluye en la cerveza, la miel de los designios. ¿A quién pasearás el 31, Pilar? ¿ A quién?. Siempre la misma pregunta. Y siempre la misma respuesta. A todos, pero principalmente a mí. Suena raro, pero hay una parte de nosotros que está muerta porque está escondida en el precio que pagamos por los días que no sucedieron. Paseemos pues la noche de Samain, sin que las antorchas de su fuego, nos deslumbren e impidan apreciar que en la más absoluta oscuridad reside la luz.

Crisis

No hay pétalos,,no, ni margaritas

que puedan despejar la incertidumbre

y sabes que lo tengo por costumbre

por eso me aturde y me despista

Y no es luna de abril ni primavera

para proseguir como cualquiera

como si fuera ayer la vez primera

Es difícil  volver sin autopista

No hay plano que voltee hacia mi misma

ni atajo que seguir si yo pudiera

No hay pétalos, no, ni margaritas

¿Qué te sugiere?

Pudiera ser invierno, al mediodía, con una soledad de espantapájaros.

Pudiera estar perdido en el recuerdo de una vida soñada y no cumplida,

esa otra vida, nonata, arrebatando de ira los recuerdos.

Pero también pudiera ser otoño. Sí tal vez, pudiera, ser otoño de castañas de colores,

esas castañas que juegan a despistarnos sobre irisados racimos de uvas rojas,

precursoras del verde de poniente sobre el libro, en la ilusión tardía de un encuentro

Pudiera ser también el cierre de una herida. Ella vendrá y cambiará las notas,

con un ramo de lirios y sonrisas. Pentagrama de luz en las persianas.

Pudiera se un hombre, al fin y al cabo, culminado el paisaje de sus ojos,

con el atardecer sereno de su rostro,  invitándote a sentarte y comentarte

lo suave del tiempo cuando llueve y el devenir de las hojas sobre el suelo.

Tendrá una gran familia, o no, ninguna. Será un hombre de bien, estoy segura,

de esos que comprenden que la dicha,  se encuentra dentro, muy dentro de los días

cuando el sol ilumina las palabras, hay café caliente y una mano amiga.

Eres, sin duda, bella

         Porque para querer, hay que quererse y para odiar, hay que odiarse. Empecemos desde lo nuestro para lo vuestro.

 

 

Eres, sin duda, bella

Cualquiera que sea tu edad

Cualquiera que sea tu peso

Cualquiera que sea el color de tus ojos o tu piel

Por eso yo, te admiro

desde la ventana de mi propio rostro

Por eso yo, te amo

Y amo la serenidad del agua sobre tu pelo

Amo la  cadencia armónica de tus movimientos

en pausa sobre el cuerpo

Amo las velas que te encienden esta tarde

y la luz de tus caricias

Cualquiera que sea tu nombre

Eres, sin duda, bella.

Cae

 Hay veces que la tristeza nos invade, pero en realidad, si reflexionamos, lo que esperamos es un cambio. En definitiva solo los muertos no esperan algún cambio.

«Y la muerte del mundo cae sobre mi vida»( P.Neruda)

 

Cae sobre mi vida el mundo

en esa sensación intensa

golpeando lo que pienso

Disuadiéndome

en la derrota finita de los días

 

Cae sobre mi vida

sumergiéndome

en el medio vaso vacío

en el intenso negro

en la abismal impaciencia

de la escalera rota en el comienzo

 

Quizá sea cierto que la tristeza

no es más que una esperanza disfrazada

 

 

 

 

 

Desisto de dolerme

 

Quien clava espada, por la espada muere

cruel batalla de sombras  innombradas

entre los flancos abiertos donde duele

cualquier estoque de hielo en la mirada

 

En esta lid asida a los reproches

enreda el mar batido entre sus brotes,

yo ya no encuentro  motivo de combate

no quedan sueños de paz en este ataque

ni otro sentido que encuentre donde fuere

aquel reducto donde el amor se muere

 

y desistir me trae sueños de flores

en  ley de ancestros de círculo marcada,

manos que rozan  la suerte ya alejada,

del fuego hostil que acabará mañana

cuando la noche se teje inacabada

en la esperanza de que nada te nombre

 

Nada que asome de la salmuera blanca,

nada retome  el agua apalabrada,

única en soles de amor  amurallada

sobre una roca de nubes expectante

Nada que surja hoy será un instante

en este tiempo de vides en gargantas

irreverentes,  toscas y entregadas

a cualquier hueste de luz que venga clara

a resurgir cual fénix de la nada.

 

 

Movimiento

Movimiento

Impaciencia de ir sumando tiempos

Ese ir y venir, volver, salir, correr, llegar, marchar, partir

Un día tras otro día cayendo en plomo sobre el calendario

entretenidos en el devenir de una nueva exigencia

Van pasando los días y parece que la vida se desliza en nuestras manos

Es posible optar por un viaje distinto

Idear un vuelo sobre el campanario de los pensamientos

cuando vibra la noche con destellos azules

sobre las notas que el agua compone en la cascada

y la música incita a bailar entre corrientes

permitiendo humedecer los pies mientras salpican

la sintonía sinuosa de sus pasos

Un espiral pequeño con un lazo

Un espiral pequeño con un lazo

la flor que olvidé de madrugada

los suspiros que quedaron en el suelo

y la promesa de volver mañana

el alma dolorida en esa pausa

finita e ilusoria de los besos

de oráculo incierto en la palabra

y sonido de amor agreste en roca

Receta milagrosa para el verso

que todavía atisba una esperanza

entre el azul del día que converso

va calmando la sed de tu mirada

Un espiral pequeño con un lazo

y la flor que olvidé de madrugada