Existe un hilo que teje
las almas a sus colores
y entrelaza los amores
por muchas complicaciones
Y te recuerda en en la calle
por tu ruido al caminar
por la farola encendida
que anunciaba la primera
que llegabas al portal.
Te recuerda cada día
en la noche que llegó
el temple entre las cortinas
de aquel reflejo del sol
Amor que en el alma queda
Amor que siempre te aguarda
el que espera, el que revive
cada mañana hacia el alba
Por las veces que perdiste
por aquellas que ganaste
por los besos que me diste
por aquellos que guardaste
Y es que es difícil llorarte
cuando te tengo presente
y qué difícil dejarte
a pesar de estar ausente
Para los griegos el Océano se produjo de la unión del Cielo y de la Tierra. Para ellos el Océano era un gran río que rodeaba todo el mundo existente. La Noche era la madre de la moira (conocida como “parcas” que eran unos seres protectores en el nacimiento y que visitaban al niño al nacer para determinar su futuro en la vida. Estos seres eran tres Cloto (que hilaba), Láqueris (que da proporciones) y Átropo (que era inflexible). (En la época romana identificaron las parcas con las moiras que en el séptimo día de su nacimiento también visitaban al niño ). Rose, H. S., Mitología griega. Labor, 1970.
(También Platón nos habla de Cloto, Láqueris y Átropo en el último capítulo del libro LA REPÚBLICA)
https://ernestocapuani.wordpress.com/
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