Rectificar la cinta,
y devolverla,
a su realidad imaginaria.
Cortar minuciosamente las escenas
y ensamblar la historia primigenia,
en la caverna de la imagen.
Regresar al futuro,
como quien retorna
los paisajes conocidos,
pretendiendo
poner filtro a sus matices.
Avanzar al pasado,
como quien desconoce,
que no puede repetirse la secuencia.
En todo caso, siempre es una tentación
volver al rodaje,
para visualizar los sentimientos.
En el mundo de las nubes,
suena nostálgica la cinta de película,
la única pieza,
en la que se puede avanzar y regresar
linealmente.
El resto de viajes,
solo es posible que sean paralelos.
El universo es tan perfecto
que no permite la reiteración.