A veces todo es un bucle.
un periplo
sin cauce,
la pantalla en negro,
de bloqueo,
la falta de las guías, la membrana,
en la que asirte a mis sonrisas.
Hubo un tiempo que el suelo,
tenía estrellas brillantes
y saltábamos,
dándoles bienvenida.
No sé en qué momento perdí la cuenta
de las lecciones desaprendidas,
ni cuándo perdimos el ángel
que velaba tus sueños,
pero por lo que más quieras,
mírame,
mírame ahora, desde lo más dentro,
y tal vez, así, pudiéramos
construir una fuente
para recibir el arco iris.