Dicen que hay más de diez formas
para convertirse en lobo,
y otras tantas para ser vampiro,
desplegando las alas de la salvia mágica
en maléfica poción,
la colación imposible
de la impostura del mal que se alimenta,
de los troncos viejos milenarios
del abandono y la ausencia.
Me pregunto cuántas formas existen,
para convertirse en ángel,
fraguado en el maná celestial,
de invisible presencia,
e impenetrable misterio entre las selvas
indómitas del mar.
Lo que estoy segura,
si hay un ángel,
sobre esta nuestra tierra,
será aquel que desliza los dedos,
sin tilde,
desde el pronombre que abraza todos los versos,
transformando la vida en Poesía.