El agua derrama la pintura negra,
mientras mis dedos
agarrotados
consienten el ritual
en la sanación del espejismo.
No eres más que la nada,
la nada que te envuelve
en semillas sobre campo infértil.
Hay quien dice que existe un borrador
en la energía oscura,
el aguarrás de las emociones,
que termina diluyéndola,
decapando las viejas oquedades.
Cómo no comprender tu juego,
pero comprenderlo,
no significa compartirlo.
La glaciación comienza,
y yo me elevo,
como ave fénix,
sobrevolando
su cuerpo petrificado
en la arrogancia de sus pretensiones.
Yo te suelto,
yo te alejo.
Tú no tienes poder sobre mí.