Tú me sabes a café de la mañana,
a la asonancia libre, el tendedero
de galería al sol, madera blanca,
luciente entre las tejas y persianas.
Tú me sabes a tarde y avellana,
al verde que desviste la montaña,
a un pantalán de dunas, pasarela
a castaña de otoño y a morera,
a soportal, a tientas, a bengala.
Tú me sabes al vaho en los cristales,
al musgo renaciente en las aceras,
torbellino, aguacero y vendavales.
Tú sabes a solsticio, tras la hoguera,
a esa fuerza del fuego que me aboca
por ser caricia, eterna viajera
reclamando la fruta de tu boca
por esta vez, y por las venideras
Tú me sabes a verano entre las rocas,
Tú me sabes a mayo en primavera.