Reflexiones de media tarde: Las puertas

       Nunca hay tiempos fáciles. La vida no es un traje a medida. Tiene baches, acantilados, desconciertos y alegrías. Os propongo un juego, pensad que leéis el horóscopo en una revista de variedades y dice algo así como que tenéis un futuro de gran éxito, pero para llegar, debéis superar una prueba, hay varias puertas y solo tenéis una llave. Si adivináis cuál es la vuestra, entraréis en vuestro mundo maravilloso, si no lo adivináis, perderéis la llave para siempre. Aunque estoy convencida de que ninguno creéis a ciencia cierta en estas cosas, ojo, que algo de inquietud generan. ¿Cómo voy a adivinar la puerta? ¿Y si no lo hago? ¿Y si fracaso? Vaya sensación agridulce, pero de alguna manera, más habitual que menos en muchos aspectos de nuestra vida. Cuando nos enfrentamos al futuro, acabamos pensando en ese “Y sí…”, que lleva impresa una palabra: Miedo.

         Pero ¿Por qué tienes miedo? Muchas veces se te cae el mundo encima, a mi también. Piensas que otros consiguen cosas fácilmente y a ti te cuestan mucho, yo también. Dudas de tus capacidades para realizar algún proyecto, yo también. Se te cierra una puerta tras otra, y crees que nunca existirá la tuya, a mí también. No eres feliz todo el tiempo, yo tampoco. Sería una estupidez ser feliz a todas horas, ya que hay tragos amargos, que duelen y socavan. Esta es una sociedad descarnada, pero ¿Y si te deja de importar no encontrar la llave? No hay que ser agorero para saber que los escenarios cambian y las puertas también. Hace tiempo que he dejado de buscar mi puerta. Ahora simplemente disfruto del paisaje de esta primavera y no pretendo encontrar  un talismán o ese tan llamado el éxito, porque el verdadero talismán y el verdadero éxito somos nosotros mismos. Curiosamente no teniendo miedo, se aprende a arriesgar y a ganar.

       Si la vida es una carrera de fondo, no hay porqué darse por vencido en ninguna etapa.