Tropiezo,
con la misma piedra,
en el mismo lugar,
casi miméticamente,
reiterando,
los segundos,
la deshora indiferente.
Y pienso,
que fue ya demasiadas veces,
el cántaro a la fuente.
La luna hoy no lleva pasajeros
no aúllan los lobos,
silencio.
La pausa repetida,
suena a ausencia,
pero esta vez de mí misma.