Con demasiada habitualidad
nos nominamos,
magnificando estados,
frase que relega las emociones,
a un envoltorio de juguete.
Mejor que nunca
amplifica el tengo miedo,
no sé cómo transcurrirá este día,.
Otras veces asimos,
el altavoz de la queja,
sin comprender que eso que te carcome,
y corroe todos tus metales,
tiene poco que ver con las afrentas
y mucho que decir de tu viaje.
En la esquizofrenia del éxito,
la programación del resultado
es la celda de tortura.
La siempre interminable
exhibición de los logros,
los grilletes de tu esclavitud.
Si desatamos las manos
veremos,
como la trampa está en la meta,
es como un espejismo,
que te parasita
y te obliga a seguir en la carrera.