Estoy perdida,
como una caracola,
en el laberinto de tus miedos.
Solo soy un fantasma,
un molesto espectro
sobre los dedos de tus zapatos.
Hace tiempo que soy navegante,
de un mar enlatado,
siempre en bucle,
en la contaminación de los oídos.
Me gustaría gritar:
Yo también necesito remos.
Pero no hay misericordia para los marineros.
ni agua que pueda aplacar el desierto
de tu ausencia.