Photo by Surene Palvie on Pexels.com

Cuando nos replegamos ante algo negativo, la mente, a veces, convierte nuestras hebras ordenadas en nudos. En ocasiones nosotros mismos somos nuestro peor adversario.

Ahogarse en el propio charco,

y amarrarse las venas,

para gritar hacia dentro,

conteniendo,

la sangre en las arterias.

Siempre es complicado

detenerse,

ante el ir y venir de las olas,

apresarse

en la propia cárcel

mientras la mente

hace su trabajo,

sin herramientas

ni hilo de sutura.

Cuando la mente trabaja

y el corazón se desespera,

ningún lugar es bueno

para esconderse

hasta que escampe la tormenta.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s