
Ellas son blancas luminarias,
sin porte de guerrera,
ni más pretensiones,
que no despertar de un sueño
y danzar sobre lagos infinitos
de aguas cálidas y suave orografía.
Ellas han desertado,
de los viejos imperios de la luna,
del narcisismo del sol,
de la constante contienda
del día y la noche entre sus ojos.
Por muchas conjunciones de planetas,
ellas no precisan escudo,
y su futuro lo escriben cada tarde,
alejadas del ruido de las ánimas.
Mi poema es hoy su mariposa,
que me reta a romper los pentagramas
e irrumpir en indisciplinado oleaje,
para bendición de mis pies.
No llevarán más rosas a su tumba,
ni tendrán más nostalgia de sí mismas.
Tampoco lavarán de nuevo ropa blanca,
para vestir el solsticio
con la bienvenida del verano.
Han desertado y son libres
del cielo y el infierno,
de la imposible cópula,
entre las raíces veneradas
del árbol prohibido y no accesible.
Ellas son quien portan
el espejo roto y la manzana.
Y yo hace tiempo que decidí romperlo,
pisando
un racimo de uvas en septiembre.
Y desde entonces,
las noches de verano
bailamos sobre un arcoíris
sin ropa del olvido,
sin vestido,
y ya no sé si, a veces, yo soy ellas
y ellas, a veces, son yo…
No te extrañes,
si no quiero despertarme a la mañana
y seguir soñando hasta la noche…
Me encanto, precioso.
Un gusto leerte.
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Gracias!!
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Precioso! 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Saludos fraternos a la distancia, Pilar. 🤗
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Gracias!!! Saludos de vuelta y un fuerte abrazo!!
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🤗
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