4 de abril

Me gustaría prometerte un arco iris,

que ilumine tus días,

apalabrarte la esperanza,

en un contrato de versos musicados.

Sin embargo,

yo no puedo negar la oscuridad que nos visita,

y sucumbo, cada tarde, en el pánico

la ausencia de respiradores,

enfermos y un triaje

anunciado por la partida de nacimiento.

 

Me gustaría decirte que resistas,

que vendrán lunas y soles, y mañanas,

y volverá la cotidianidad de las caricias.

 

Sin embargo,

mis manos,

se sienten impotentes,

tropezando con el cristal de la mampara,

la protección que nos separa,

la máscara del miedo.

Y me desangro,

por no encontrar cordura en cada tarde.

No tengo el medicamento,

ni la vacuna,

que permita resucitar a nuestros muertos,

solo me queda rezar,

pedir clemencia

y que la diosa naturaleza nos ampare.

 

Te podría decir que este verano,

volverás a reír, tendrás amores,

desvestirás el alma y serás fuego,

en las hogueras de junio, en el solsticio.

 

Y ello será así,

sin duda.

Después de la tormenta, siempre amaina,

pero tendremos pérdidas,

demasiadas,

y todavía no puedo quitarme las lágrimas

que ya anidan de forma permanente

en la ventana.

 

Pudiera pedirte que te unas

al alarido de mis gritos,

las inclemencias de los inocentes

y que cuando esto termine,

no cierres tu ventana y  vuelvas a irte al bar,

como lo hacías ordinariamente,

te pido tengas presente,

que habrá alguien caído,

al que dar la mano,

alguien al que levantar,

alguien que sanar,

alguien que cuidar,

y ese es el lenguaje en que se imprime

la verdadera resistencia.

 

La verdadera resistencia…

ya lo veo,

nos daremos la mano y,

ese sí puede ser nuestro arco iris.

 

 

 

 

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En ti. Cuídate

En tu mano veo un paisaje,

que sabe a madera y a raíces,

un mar de besos, oleaje,

y esa brisa

que descubre

un universo sobre tus ojos.

 

Tu piel me invita a navegarte,

en el perfecto diseño de tu rostro,

imaginando

mil maneras de amarte,

en cada segundo que me ofrezcas.

 

 

En tus ojos veo la tierra,

el hogar, la casa, la paciencia,

esa tierra,

que suena a sinfonía cada tarde,

cuando la luz refleja

la naturaleza sobre los pies.

 

En ti

reside el árbol más hermoso

y mi mejor primavera.

 

 

Cuídate,

eres mi mejor apuesta.