5 de abril: Tú eres el mejor paisaje

Invernando,

las alas del infierno,

encontraron hospedaje

en el invierno,

y rompieron los faustos

terrenales

desbocando al viento,

cada vez más negro.

 

La cueva se hizo más fría

y fue el albergue

de un ejército mutante,

que se confabuló contra las nubes

y dinamitó todos los puentes

de nuestras posverdades.

 

El mar gritó,

luego gritó la tierra,

gritó la savia entera

y la montaña

la carcoma de los bosques,

el avance de las sombras,

la contaminación.

 

Hubo muchos,

que se taparon los oídos,

mientras comentaban

desde su móvil

su mejor selfie posmoderno,

de sus múltiples realidades

tan imaginarias como relativas.

 

Y ahora se preguntan,

por qué no son indemnes

al vampiro que acecha la puerta de su casa.

 

Super-hombres,

tropezando

en el universo de los zombies.

Super-hombres

tropezando,

frente a la duda,

y he ahí la pregunta,

quizá yo también fuera

un muerto en vida,

tan ausente,

de ti y de mí mismo.

 

Cuando nuestros antepasados

precisaban purificarse,

se descalzaban sintiendo el tacto de la tierra,

el peldaño de ascenso,

la mejora,

ese saberse parte,

solo una pequeña parte de todo.

Nadie es inmune a lo que construya

o a lo que destruya.

La naturaleza impone

el orden de las cosas.

Nuestra primera obligación es conservarla

para conservarnos.

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Ahora te pido dos segundos. Observa la belleza del paisaje, los cálidos colores que te arropan. Respira. Siéntete dentro, siente el calor de los rayos del sol, recuéstate sobre la hierba de forma imaginaria. Vuelve la vista a la imagen ¿Ves algo entre las piedras? ¿En el árbol? ¿En algún extremo del bosque? Es tu mirada la que sana y retoma la luz de un nuevo día.

Tú eres el mejor paisaje. Cuídate.

 

 

 

 

 

 

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