En una tarjeta de visita
la presentación de tu hashtag
el dios de los metadatos,
en el anhelo de “trenderizarse”
modularse en tópico,
por no decir amoldarse,
al uso,
estética de consumo publicitario
de los manierismos posmodernos.
Al lado del retuit, no tenemos
botón para tomar cerveza
ni una calle para salpicar las rozaduras
que cada zapato nos impone.
Los corsés no saben de vanguardia.
En una tarjeta de visita,
no puedo arañar tu sentimiento,
me sobran los marcos
y la fragmentación de tu semántica.
Soy espectadora insurgente
de la rebelión de los gusanos.
No hay filtros ni difuminados en las fotografías de la muerte,
las manos desnudas se señalan,
proyectándose en el holograma de los rostros
y en el falso paisaje sobre el croma
desbaratando los murales.
Si quieres palpar la cinta que teje todos los sonidos
no hace falta que quiebres las líneas,
deja que el aire te envuelva con sus vientos,
porque no hay gafas 3d para este lado de la vida.