Me impacta la carga poética de las “ mesas parlantes” de Víctor Hugo. Es un ejercicio de metafísica, más allá de la pura poesía. Ningún capítulo tiene desperdicio. Ninguno.
El espacio no tiene mirada. El espacio, el tiempo, dos apariencias, dos visiones, dos imposibles, dos ojos reventados de horror, dos pezuñas sangrantes del castigo, dos mandíbulas formidables del abismo…
Hablar en lengua celeste- dice( en teoría) Galileo- es lanzar llamas…Todo esto no tiene nombre, todo esto es luz y desconocido, todo es rayo y es máscara, es sol y es errante…el espacio no tiene pasaporte, no hay descripción del cielo.
El evangelio, comenta en otra mesa, ha hecho de la tumba algo clemente para los arrepentidos, pero, hete aquí su error, ha hecho de ella algo inexorable para los miserables.
La noche es la democracia estrellada, no hay astros huérfanos, no hay estrellas viudas, no hay soles perdidos. El firmamento es la república simbólica que mezcla los astros de todos los rangos y realiza la fraternidad …
Amor, amor, tu eres la solución suprema, la última cifra…el cálculo extremo
El mediocre se queja de las migajas del cielo, estudia el universo desde el miserable punto de vista de la tierra , con apetito de humo, glotón de bruma, famélico de sombras. Si yo estuviera en este lugar pediría un todo o nada, la inmensidad, vuestros telescopios encarcelan el cielo…
Las agrupaciones de las diferentes frases son mías, las palabras enigmáticas de Víctor Hugo, poesía de la grande para disfrutar esta noche de Reyes. Un abrazo a todos