La leche materna
fluyendo,
despiadamente apartada,
en la siempre constante tragedia mitológica.
Ella,
la columna dorsal del universo,
el camino,
que lleva a la tumba del oeste,
la luz que ilumina el árbol desde el sur
y acuna el nacimiento de la luna.
Los mensajes
que el tiempo nos deja sobre los hombros
no son tan grandes
como el espiral que protege nuestra vida.