La forma se acomoda,
en un escenario vacío,
en la rebelión normada de las sillas,
contestatarias,
al movimiento de la batuta.
El lienzo es partitura
es el abrigo,
del pentagrama al óleo,
y aquellos tornasoles
que va dejando el temple en la puntera
que danza a destiempo con las sombras,
disimulando,
ya no estar entre nosotros.