En un día de esos que el trabajo te sale por las orejas, me tomo un respiro y recupero una antigua entrada, sobre el amor reincidente.

Dice la leyenda que hay amantes que se reencuentran una y otra vez en sucesivas vidas hasta que aprenden a convivir sin su soberbia, y es entonces, cuando quedan unidos para siempre.
Dicen que puedes distinguirlos por una llama azul sobre el hombro izquierdo.Si lo ves, aunque sea un roce, un instante o toda una vida, sabrás que es él/ella…

Porque hay llamas que no cesan…

 

Aun recuerdo ese adiós,

el que nos dimos,

cuando nos huimos,

y nos fuimos

mirando hacia delante,

temiendo regresar,

por un instante,

siempre es hábil cegarse,

apostando al boleto de la pérdida

en las lagunas de los desaciertos.

Hay quien dice

que, en otra vida

nos volveremos a encontrar,

y cuando ello suceda,

nos amaremos

de nuevo en mil intentos.

Cuando te ibas

yo me dí la vuelta

y pude ver

la llama azulada

sobre nuestros hombros.

Hay una historia inconclusa

en nuestro retroceso,

ahora vuelvo cada día,

a aquel lugar,

por si tú,

quisieras,

volver a mirarme.

10 comentarios en “LLama que no cesa

  1. Los que en algún momento de la vida hemos distanciado nuestro yo del amor, cada día volvemos al mismo lugar con la esperanza de que «quieras volver a mirarme». Y a estos, que somos muchos, tu poema nos parece precioso.
    Felicidades querida.

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