
Oscura está la plaza, nadie hay.
Nadie juega a la comba en sus esquinas,
ya no suena el bullicio de sus días,
en sus ensordecidas marquesinas
Oscura está la calle y la salida.
oscura, siempre ha sido y resiliente,
oscuridad de siempre, detenida,
a quedarse en la sombra de mis idas
y regresos a vueltas con la vida.
Oscuridad sobre mi cuerpo ausente
encallado en la piedra de la herida,
oscuridad que reta y que levita
oscuridad, ya sombra, ya batalla
oscuridad, manando, donde halla,
una plaza desierta y apagada
una noche cualquiera ensimismada
y un recuerdo de amor.
Oscuridad de luz,
la nada ausente,
son tus labios el fuego primigenio
la verdad no verdad
y el sueño eterno,
y el despertar sintiendo que te siento,
ese tacto suave de tus manos,
y la palabra omitida de los vientos.