Madrid en plaza, las notas en el suelo
simulando gaviotas en vuelo
y un rastro de palomitas
que siguen a un papel agitado por el viento
Él pidió una taza de café,
ella temblaba al recoger los vasos,
en la terraza de un bar, a mediodía,
Se miraron,
se perdió en el laberinto de sus ojos
y jamás quiso buscar otra salida,
iluminando Madrid.
En un solo abrazo, abarrotando
de calor el hielo de sus sueños