Para siete cabezas, las siete diademas
¿Las sitúas?
el juego apocalíptico
la baraja,
acaso
¿No es el atardecer de las sonrisas?
Inmaculadas en blanco, tan perfectas
tan fuera de lo humano
¿Y a qué vengo?
ausente, imperfecta, incombustible, inagotable
la llama de los verbos.
No soy costilla, ni mitad
siempre tuve demasiado fango entre mis manos
para modelarme a la medida,
en un milenio en que pierden fuerza las ventanas
y hay un hedor radiactivo en los profetas.
¿Conversa?
Sí, devota de tus mares,
a ti te creo,
porque eres puro hidrógeno,
y aun conservas,
el olor de todos los principios,
todavía pervives,
en el amanecer de los amantes
He nadado en tu rio, me he perdido
en todas sus riberas,
He habitado en tus poros
Y sí, yo te creo,
salvador de lunas,
artificiero de soles azulados,
porque la única respuesta que imagino,
se llama Poesía.