Un día complicado para Martina Hernández

          Martina Hernández es quizá lo más parecido a mí misma que puede ser un personaje, si en algo se parecen los personajes a su autor, que a veces también lo dudo. Martina nació en mi cabeza el día que se me quedó el tacón clavado en una rejilla cercana a la parada de autobús. Complicada tarea la de intentar sacarlo sin llevar demasiado la atención y sin que la longitud de la falda permitiese agacharse mucho.  Tras un rato de desconcierto y bochorno, al fin, se liberó y surgió la máxima- que todavía respeto- de no acercarse a las rejillas.

   A Martina no le gustan los bolsos, como a mí, porque le suponen un nuevo engorro. Ella, como yo no renuncia a los tacones de aguja, con lo que una mañana cualquiera laborable es una odisea si hay que llevar bolso. Vamos a ver…es que, en una mano el maletín con la tableta, los papeles del trabajo, en la otra el paraguas (no para de llover) ¿Y el bolsito de marras dónde? ( Ya lo sé, reconozco soy un poco zote)…agarrado junto al maletín, colgado en el hombro para que, mientras caminas la calle, vaya bajando el bolso  por tu brazo y acabes desequilibrándote. Y reza que  no te llamen al móvil ¿Cómo diablos lo coges?. Luego, cuando llegas a Puerto( es decir a la oficina) siempre hay algún gracioso que dice…Te llamé, no lo cogiste….( Aquí Martina quiere decir una cosa, pero no le dejo…)

  Otra cosa que odia Martina, y yo, son las combinaciones( o enaguas), esa prenda interior que se suele poner para que la falda o el vestido no transparente (En fin, puede tener otros usos pero no vienen al caso). Ahora casi todas se fabrican con una fibra más tensa que te aprieta, dicen que para modelar (la figura), pero mienten, es para acostumbrarte a la tortura, presionándote el abdomen aunque te hayas comido siete torrijas. A Martina no le gustan, no tiene ningún interés en modelar nada, así que las compra más bien clásicas, de esas que se encuentran en las mercerías tradicionales. Ay…pero el problema que tienen esas, es que suelen ser de cintura tan generosa que no se sujetan nada y se van deslizando de forma que puede asomarse por el vestido…!!Horror!!…y como te descuides acaba enredándose en los tacones…En fin, toda una atracción fatal.

   Para que luego alguien diga que no es complicado llegar a la oficina un día de lluvia.

 

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