Hace falta más que un aliento,
para proseguir millas,
romperse a jirones tras el asfalto,
conociendo que no llegarás a tiempo a la meta
porque ninguna meta está prevista para ti.
Correr tras el tiempo,
en rebeldía,
a todo destino impuesto,
a todo lo previsible,
para hacer imposible
la derrota.
Sí, correr
correr salvajemente,
pegado a la tierra, arañando arena,
masticando,
los sinsabores de las aceras.
Hay quien dijo que ya no hay tregua
para los malvados.